lunes, 27 de junio de 2011

Por la vida y la libertad...

...de las mujeres, pero también del gremio que en aras de realizar su labor de informar a la sociedad con puntualidad y certeza, sus voces pretenden ser acalladas. Muchas lo han sido ya.

Botón de muestra

Teresa Bautista y Felícitas Martínez, de la Radio Comunitaria “La Voz que Rompe el Silencio”, son un par de casos impunes de periodistas oaxaqueñas asesinadas en 2008. María Esther Aguilar Casimbe, reportera del Diario de Zamora y corresponsal de Cambio de Michoacán, fue desaparecida en 2009, en Zamora, Michoacán.

Comunicación e Información de la Mujer, A.C. (CIMAC) lleva un registro puntual desde 2005. En cinco años ha documentado el caso de 23 mujeres periodistas que han sufrido atentados a la libertad de expresión. Tres de ellas han sido asesinadas y se carece de investigación oficial que deslinde responsabilidades.

Información recabada y publicada por la agencia mexicana Cimacnoticias –que recientemente sufrió asalto a sus instalaciones--, detalla que “el Centro de Periodismo y Ética Pública (CEPET) registró que en México durante 2009 ocurrieron 144 agresiones contra la libertad de expresión; en 27 casos se encontraron involucradas mujeres periodistas, 20 son reporteras, 1 es camarógrafa, 1 fotógrafa, 3 comunicadoras de radio, 1 de radio comunitaria y 1 portavoz.”

Hoy, en Chiapas, Ángeles Mariscal e Isaín Mandujano, viven en la zozobra. La primera, ex corresponsal de La Jornada –lo fue durante 16 años--; el segundo, corresponsal desde hace 13 de la Agencia y la revista Proceso; ambos, periodistas activos en medios y redes sociales, han sufrido hostigamiento laboral, les han impedido el acceso a la información oficial, les han cancelado contratos y dejado sin fuente de ingresos, e incluso se les ha intentado involucrar –o fabricarles-- en delitos diversos.

No obstante “la intervención de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) donde ya tenemos abierta una queja y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, que ha estado dando seguimiento puntual a los agravios desde diciembre pasado, es lo que nos fortalece”, aducen en misiva enviada a la Red Nacional de Periodistas; misma en la que Mandujano responsabiliza “a las autoridades locales de todo agravio contra mi persona o cualquier miembro de mi familia, así como mis amigos cercanos que también viven con la advertencia de represión en lo laboral”.

Carta abierta

Al Presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa

A los organismos defensores de los derechos humanos

A los organismos defensores de la libertad de expresión

A las organizaciones sociales solidarias

A la Cámara de Diputados

Al Senado de la República

A la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

A Amnistía Internacional

A la Comisión Nacional de los Derechos Humanos

Las y los periodistas de Chiapas estamos preocupados por la situación de hostigamiento y amenazas que están viviendo colegas periodistas, y que se expresan mediante linchamientos y campañas de desprestigio cuyo vehículo son las redes sociales, los medios de comunicación públicos, blogs, páginas web “anónimas”. Últimamente también se han dado amagamientos directos con emprender acciones judiciales.

Tenemos documentados diferentes casos en donde periodistas-funcionarios (aunque resulte una combinación difícil de entender) están utilizando medios públicos para desprestigian el trabajo de compañeros periodistas.

Si bien, el hostigamiento ha sido más perceptible en el caso de algunos compañeros, sentimos que la agresión es para todo el gremio de periodistas y comunicadores, ya que cualquier situación que atente contra la libertad de expresión pone en riesgo nuestro trabajo.

Estamos preocupados por los casos particulares de la compañera Ángeles Mariscal y el compañero Isaín Mandujano , quienes desde hace cuatro años están viviendo una situación de hostigamiento, derivado de su trabajo periodístico.

El incidente más reciente se dio este jueves, cuando a través de un boletín oficial emitido desde la Procuraduría de Justicia del Estado se deja entredicho la supuesta participación del compañero Isaín Mandujano en el ataque que sufrió el funcionario de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) y del Sistema Chiapaneco de Radio, Televisión y Cinematografía, Jacobo Elnacavé Luttmann.

Este agravio forma parte de una larga cadena de agravios hacia ellos. Esta situación nos parece preocupante, porque como se ha venido exponiendo a través de diferentes foros, denuncias públicas y otras formales, coloca a los periodistas en una situación de alta vulnerabilidad; a la que confluye el escenario adverso que en todo México se vive contra los periodistas.

Percibimos un cerco informativo y poco acceso a las fuentes de información, que va en contra de la Ley de Derechos para el Ejercicio Periodístico del Estado de Chiapas, la que pedimos se respete a cabalidad.

Las y los periodistas que firmamos esta carta respetamos el Estado de Derecho, sabemos que nuestro trabajo es necesario en cualquier lugar donde se quiera alcanzar la democracia. Por tanto pedimos respeto y tolerancia a nuestro trabajo, pedimos dicten medidas cautelares para los periodistas directamente agraviados.

Consideramos que Chiapas debe arribar a un estatus democrático donde la libertad de prensa, de expresión, de información y de opinión sea un derecho garantizado y no vulnerado por el propio Estado.

Solidariamente

Sandra de los Santos Chandomí, Gabriela Coutiño Montes, Elio Henriquez Tovar, Amalia Avendaño Villafuerte, Patricia de los Santos Chandomí, José López Arévalo, Antony Flores Mérida, Juan de Dios García Davish, Fredy Martín Pérez, Patricia Espinosa, Juan Álvarez Moreno, José Sálazar de León, Samuel Bernardo Revueltas, Tania Broissin, Luis Ángel Escobar, Itzel Grajales, Hugo Isaac Robles Guillén, Julio H. Pérez, Darinel López, Flor Cordero, Victor Hugo Roblero, Nehemias Jiménez, Carlos Herrera, Antonio Aguilar, Amado Avendaño.

martes, 21 de junio de 2011

Tras la Marcha de las Putas


Sí, a la Marcha de las Putas fuimos todas... y todos.

Porque a nosotras nos han estigmatizado de sensibles, débiles, sumisas, lloronas, incapaces, menores, tontas, manipuladoras, marimachas, brujas y... ¡putas! Porque si ellos son sensibles, débiles o llorones son ¡putos!

Porque el estigma lo llevamos desde que nosotras decidimos usar minifaldas o pantalones, escotes, pelo corto, anticonceptivos, dildos, tatuajes, aretes grandes y mil pulseras; porque irrumpimos en el mundo masculino de la sabiduría y el conocimiento, porque aprendimos a leer y escribir, a expresarnos con nuestras propias palabras y desde nuestro propio mundo; porque nos atrevimos a elevar nuestra voz discordante en la política, en la economía, en el trabajo, en el arte, en la literatura, en el sexo, en la sensualidad y el erotismo; porque nos destacamos en la ciencia y en la cultura, porque aprendimos a manejar autos, camiones y hasta el metro, porque usamos plumas y libros lo mismo que taladros, computadoras, cámaras y calculadoras; porque un buen día, decidimos que decir NO era más que suficiente para poner límites de respeto a nuestro intelecto, a nuestras capacidades, a nuestro cuerpo, a nuestro placer.

Ellos, ustedes, porque el estigma lo llevan en la represión al sentimiento, al llanto, a la risa, al amor, al gozo de una sonrisa infantil, al sentido de compartir una tarea cotidiana como barrer, lavar o sacudir que no es más que participar en la vida diaria que implica educar, enseñar, atender, servir al prójimo. Porque les dijeron ¡putos! cuando se atrevieron a usar aretes y tatuajes, pelo largo y camisas rosas o lilas, corbatas moradas, calzado sin calcetines y ropa interior de diseño, o acallaron sus deseos de volver a casa o a decir “te amo” en un corazón colorado.

Porque putos y mandilones son los que llevan a las hijas y los hijos a la guardería o la escuela, porque se quedan a hacer la tarea mientras mamá trabaja, porque les calientan la mamila o le cambian el pañal, porque los llevan al parque o caminan por las calles asiendo una mano tierna, porque expresan su indignación ante el maltrato a la mascota o se preocupan por el medio ambiente.

Porque putos son lo que no responden al viejo cartabón del macho Feo, Fuerte y Formal, el que golpea sin razón y viola por costumbre, el que mide su hombría en la longitud del pene, el que limita su inteligencia, el que provee sin participación ni gozo, el que exige cena y sexo indiscriminado, el que cree que su mundo es sólo el de afuera y no comprende que en el de adentro su ausencia es más nociva.

Sí, en la Marcha de las Putas estuvimos todas y todos, desde todas las trincheras, desde todos los ámbitos de incidencia.

Porque la discriminación constriñe y violenta, porque quien estigmatiza deja traslucir su mísera humanidad, su pobreza de razón, su nimia visión respecto de un mundo más rico y boyante cuando nosotras y ellos tenemos igualdad de derechos sobre nuestros cuerpos, sobre nuestros desarrollos de intelecto y capacidades; cuando el derecho al placer es de ambos y se comparte, cuando el derecho al trabajo es remunerado en igualdad de condiciones, cuando el privilegio del poder se distribuye en equidad.

Sí, desde el 12 de junio dijimos con mayor énfasis BASTA, alzamos voces para dejar en claro que NO ES NO. No al estereotipo, no al estigma, no a la violencia, no a la discriminación.

lunes, 23 de mayo de 2011

Cosas de la memoria

En asuntos de memoria, la verdad es que políticas y políticos pecan siempre de desmemoria. La clase política apuesta a ello y por ende, piensan que la sociedad se cree todo. Sin absolutismos, siempre hay quienes sexenio tras sexenio se tragan lo que se les promete y estás ciertos de que las promesas son novedades y opciones de vanguardia.

Fox como Calderón, pero no sólo, Zedillo y Salinas y De la Madrid y muchos otros candidatos primero, presidentes después, prometieron terminar con las malas rachas de las crisis económicas y políticas, abatir el desempleo con la creación de nuevas fuentes de trabajo, empujar las exportaciones con acuerdos que beneficiaran a la industria mexicana, se dijeron no partidarios de la privatización del petróleo y la luz y prometieron... prometieron... prometieron...

Campaña tras campaña y sexenio tras sexenio hemos sido testigos del incumplimiento, ya sea por ignorancia del candidato o porque la sociedad en su conjunto, crédula ante la esperanza, decide darle el beneficio de la duda al que considera con mayores agallas para llevar a cabo la sempiterna promesa inclumplida.

Hora es que esta sociedad, cada vez más participativa –y para ello sobran casos de valía—vaya dándole ejemplo a esas y esos políticos que buscan el voto para su ascenso en propia carrera política, que sí tenemos memoria.

Dos presuntas jefas sin memoria

Hace algunos días, en un diario de circulación nacional, dos prospectas a la candidatura por la jefatura de gobierno del Distrito Federal, Alejandra Barrales y Laura Velázquez, cayeron en la trampa.

El diario cuestionó, supongo yo que con cierta malicia, si esta ciudad en la que residen casi 9 millones de habitantes –divididos por sexo en 4.61 millones de mujeres y 4.23 millones de hombres, según datos del Censo de Población y Vivienda 2010 levantado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)--, está preparada para ser gobernada por una mujer.

Barrales y Velázquez pecaron de amnesia. Ambas alegaron en su favor, por supuesto. Enumeraron argumentos por demás válidos respecto de que el ser mujer no es un impedimento para que esta ciudad capital, por muchas razones entre las más grandes en el mundo, no pueda ser gobernada por una mujer.

Mujeres en la política hay muchas –no olvidemos que los padrones de militantes en los partidos políticos suman en su mayoría mujeres--, políticas avezadas, también (aunque el sistema político patriarcal le impida crecer y acceder a los puestos de poder y por ello sea imprescindible el sistema de cuotas o la discriminación positiva).

Mujeres políticas con herramientas y fortalezas que les permitan gobernar, ni duda cabe. Y para la historia tenemos no sólo ejemplos en gobiernos estatales, como Griselda Álvarez en Colima o Beatriz Paredes en Tlaxcala o Dulce María Sauri en Yucatán, sino muchas otras de las que la historia patriarcal prefiere no hablar.

Desde la pioneras en periodos mucho más adversos como Rosa Torres quien fuera la primera mujer electa como regidora propietaria del Ayuntamiento de Mérida, en 1923; Elvia Carrillo Puerto, electa diputada al Congreso de Yucatán por el Partido Socialista del Sureste, en ese mismo año; Martha Aurora Jiménez, primera diputada electa –tras el otorgamiento oficial del voto a las mujeres en 1953--, de la XLII Legislatura Federal en 1954, o María Lavalle y Alicia Arellano, que se convirtieron en las primeras senadoras del Congreso de la Unión en 1964.

Negar la historia

Es una lástima que estas mujeres modernas, que deben mucho a sus antecesoras, no sean capaces de reconocer que en este ámbito con un vasto fondo muy masculino, la brecha fue ya sorteada por Rosario Robles, quien entre 1998 y hasta el 2000, gobernó la Ciudad de México.

El camino, ni duda cabe, ha sido allanado. Más allá de dimes y diretes, entre los que se pueden contar denuncias, hasta la fecha no comprobadas legalmente hablando, Barrales y Velázquez se enfrentan a una ciudadanía capitalina que no parte de cero; que ha visto, sentido y vivido la gubernatura de una mujer, con un estilo feminista, de amplio criterio en la brega del bien común, pero sobre todo, preocupado y enfático en la búsqueda de la igualdad y equidad entre los géneros.

Velázquez aduce que ella ya gobernó a una de las delegaciones de mayor densidad poblacional, la de Azcapotzalco –que hasta hace 6 años apenas alcazaba el medio millón de habitantes, frente a los casi 9 que somos--, y Barrales admite que sería un voto vanguardista.

La Ciudad de México, la Señora del Anáhuac, de vanguardia per se, ya ha sido gobernada por una mujer. Eso no deberían de olvidarlo estas presuntas candidatas a gobernar, por segunda ocasión en términos femeninos, la capital de México.

lunes, 9 de mayo de 2011

A toda madre

Amira Yehya, una antigua amiga, compartió en su facebook el pensamiento de su Maestro respecto de las mujeres: “madre, esposa, hermana o hija, los nombres son distintos, no importa el qué se diga, ante todo esto eres ser humano, igual que el hombre, con poder divino”...

Y si bien en estas fechas, el agosto lo hacen mercaderes, lo cierto es que la insistencia en reverenciar a las mujeres por su maternidad, sigue incidiendo en la facultad femenina de procrear dándole un estatus de mucha mayor valía y confinándolas al ámbito de lo privado, frente a las otras múltiples capacidades que tenemos como seres racionales las que nos orientaría hacia el ámbito de lo público, espacio por demás vedado y restringido a la población masculina.

El 10 de mayo, como es sabido, fue creado para acabar con la incipiente revolución sexual de los años veinte durante el siglo pasado. Fue impulsada por mujeres de Yucatán bajo los gobiernos socialistas de Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto. Documentado por investigadoras e historiadoras, se sabe del contubernio entre el ministerio de Educación, el diario de Alducin y el sector de empresarios comerciantes para promover una campaña que exaltara las bondades de la maternidad y subyugar así a que las mujeres siguieran presas de su cuerpo.

No han bastado la revolución de la píldora en los años 1970, ni las demandas feministas en México y el mundo para darles a las mujeres el control sobre su cuerpo. Mientras los programas de población se orientan a bajar las tasas de natalidad, las mentes decimonónicas de por lo menos 17 estados en el país han condenado a las mujeres a parir, aun contra su voluntad, so pena de cárcel.

En México hay poco más de 30 millones de mujeres en edad fértil, de las que casi 20 millones son madres, según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2009. Las recientes reformas a las constituciones de por lo menos 17 estados para “proteger la vida desde el momento de la gestación” ha ofrecido tal cantidad de interpretaciones que en las cárceles de varias entidades, hay un alto número de mujeres que purgan penas de hasta 50 años por delitos en “razones de parentesco”, cuando se trata de abortos por violación o espontáneos, los más documentados.

Las mujeres, así, nuevamente quedan presas de un viejo precepto que arrastra la humanidad desde el siglo XVIII: la maternidad.

Lorena Saletti, investigadora de la Universidad de Granada, España, según información publicada por la agencia mexicana CIMAC, señala que el “amor maternal” surge como un concepto para obligar a las madres a garantizar la educación en sus hijas e hijos.

Mientras la gestación es un acto biológico, el instinto maternal, señala Saletti en su investigación “Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de maternidad”, es una construcción cultural y social caracterizada por el amor “espontáneo, inmutable e incondicional” creando en las mujeres “la obligación de ser ante todo, madres”.

La inducción a que las niñas jueguen con muñecas, juegos de té o a “la casita”, son formas que la sociedad alienta una educación sesgada hacia la procreación y cuidado de la familia, inoculando la culpa cuando se falla o se desatiende la tarea o estigmatizando a quien desiste de la faena.

Con los matices que afortunadamente la propia modernidad inculca en la construcción de ser mujer --y por lo que cada vez hay más mujeres que deciden no procrear o embarazarse tardíamente e incluso espaciar sus embarazos--, lo cierto es que fechas festivas como el 10 de mayo siguen

invirtiendo en el viejo mito de que todas las mujeres somos madres potenciales, que eso es lo que queremos, y no sólo, sino que también eso es lo que necesitamos.

miércoles, 20 de abril de 2011

Viene el agua

Inusual y falta de todo respeto a los usos y las costumbres, la lluvia se ha presentado con toda la fuerza de su carácter en pleno abril. Acompañada de vientos y endurecida hasta el granizo, el agua de los cielos ha venido a inundar nuestra incipiente primavera.

Y es que el agua es vida y es muerte. Tras las torrenciales lluvias de días pasados, con sólo caminar por entre los despojos que dejó blancas las aceras, también fue posible mirar no sólo las magulladas flores de las jacarandas que en estos días nos habían sorprendido con sus destellos lilas, sino los brotes con los que reverdecerían truenos, sauces y arrayanes, árboles citadinos que se reinventan cada año para ofrecernos sombra bajo su follaje y un vaho de aliento fresco.

Entre las ramas maltrechas y las hojas laceradas, yacían además nidos recién formados, tejidos finos de varitas, hilos y lenguas de pasto que serían cama mullida para las futuras aves que son el trino con el que se despierta esta ciudad capital.

Pero a decir de Vicente Leñero, tener agua y después perderla, puede ser todo un viacrucis. La gota de agua es una fina tragicomedia que nos narra este ingeniero chambón, periodista sagaz y escritor perspicaz.

La crisis por el agua que sufrió esta ciudad en la década de 1980 le pegó, y con fuerza, más a los propios que a los extraños. Quienes ni por equivocación pensaron sufrir tal carencia, como los sanpedreros (“qué futuro ni qué ojo de hacha. En San Pedro de los Pinos no ha faltado el agua jamás”), hubieron de recurrir mil y un artimañas para llenar por lo menos unas cuantas cubetas que les aliviara el estiaje, el mismo del que ya ni se duelen esas colonias donde la sequía es perenne.

Escrita en 1983, esta novela narra con un humor negro que raya en la burla, los avatares de Vicente y Estela –su mujer—por conseguir el preciado líquido.

Profundo conocedor –y cómo no, si “en San Pedro de los Pinos viví toda mi infancia”—de las calles de tierra primero, empedradas después, asfaltadas por el progreso, Leñero nos mete de sopetón en la historia del barrio, de los tranvías y los pozos de agua; en las decisiones de la gran política por conectar el acueducto del Alto Lerma; en sus diarios insomnios esperando a que el hilo líquido iniciara el lento llenado del tinaco, y la esperanza familiar que mengua día a día con la ausencia del agua.

Con ironía nos lleva de la mano en esa aventura que implicó más de un mes de sequía. La resolución tomada inicialmente de no instalar una cisterna bajo tierra lo llevó, en aquellos años, a recurrir a plomeros, albañiles y electricistas, a vendedores de tinacos de asbesto, a la compra de pipas y finalmente, a dejarse llevar por las manos del azar.

En estas épocas, en que el agua nos inunda los caracteres y nos agüita las tardes de cine y café, bien vale la pena sumergirse en esta placentera novela que nos obliga a reconsiderar los actuales usos y abusos del líquido.

jueves, 14 de abril de 2011

Esperanza contra la discriminación

En la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, 2010, recientemente presentada, me llamó la atención este párrafo: “Además de gozar de todos los derechos humanos y libertades fundamentales, las personas con discapacidad tienen, entre otros, el derecho a que las autoridades realicen acciones que garanticen su accesibilidad física, de información y comunicaciones; el derecho a vivir de forma independiente y ser incluidas en sociedad; a procurar su incorporación, permanencia y participación en las actividades educativas regulares.”

Reencuentro afortunado

Y por ello es que traigo a colación un afortunado reencuentro. Hace no mucho tiempo, volví a ver a Verónica, una antigua compañera de trabajo y hoy, una amiga querida y solidaria. Ella es madre de una joven activa, inteligente y de gran fortaleza. Verónica, soltera como muchas que deciden en ello llevar además su vida de libertad e independencia, quedó ciega hace pocos años a causa de una enfermedad.

Su readaptación a la vida no fue sencilla. Reaprender a moverse en un mundo que ahora le es ajeno por invisible, la ha llevado a buscar alternativas y caminos diversos para su desarrollo intelectual e incluso físico. No se diga el económico –actualmente vive de ser transcriptora.

Del brazo de su hermano, suele salir a caminar todas las mañanas. Con la compañía de su hija, hace su abasto todos los sábados y disfruta profundamente deambular entre los puestos del mercado, oler las yerbas frescas, evitar los ajos, saborear unas gorditas y envolverse entre los sonidos de trinos y autos.

Su oído se ha desarrollado profusamente y no se digan sus capacidades de aprendizaje, sobre todo de las nuevas tecnologías.

Revista Esperanza

Por ella conocí la Revista Esperanza, de la que es coordinadora y colabora bajo la dirección de Bulmaro Landa, el editor. Se trata de una revista electrónica a la que están suscritas personas con diversas problemáticas visuales, incluidas aquellas que carecen de ésta. La internet permite esto y mucho más.

Cuando me invitó a compartir la experiencia me advirtió: “no tiene diseño y está en un color que permite a personas son debilidad visual a leerla en pantalla”, así que me aventuré a mirarla, y a asombrarme aún más.

En ella colaboramos múltiples plumas, con y sin vista. Aportamos nuestras opiniones, pensamientos, reflexiones e intereses de todos lares: México, sí, pero también Colombia, España, Panamá, Argentina, Costa Rica...

En estos días, también recibí la convocatoria al Séptimo Premio Nacional Rostros de la Discriminación “Gilberto Rincón Gallardo” en el que múltiples organizaciones de derechos humanos y medios de comunicación invitan a participar a quienes se dedican al periodismo, la comunicación, la fotografía y la caricatura con un enfoque de derechos humanos y no discriminación.

Propongo a Esperanza
Leí la convocatoria y pensé en la Revista Esperanza , porque es un esfuerzo de personas con discapacidad visual por incorporar al mundo del conocimiento y la información a otras personas como ellas y ellos, pero no sólo, sino que

también es un encomiable trabajo por el “derecho a vivir de forma independiente y ser incluidas en sociedad”, por romper con el aislamiento en la que puede caer la gente sin capacidad para ver o de ver con nitidez.

Es un esfuerzo, pues, de respeto a los derechos humanos de las personas con discapacidades visuales, pero sobre todo, por la no discriminación.

Yo la propongo para el premio en la categoría de INTERNET, porque es una revista que se lee y se distribuye sólo por esta vía global que hermana, acerca y crea vínculos.

Y, ¿por qué no me acompañan en esta tarea de difundir esta revista y su candidatura?

martes, 15 de marzo de 2011

Hablar de lealtad

Dicen las malas lenguas que en el amor y en la guerra (no) todo se vale. El paréntesis es una excelente intromisión de Ana Guerra. Y bien vale la pena hacerlo visible, porque en ambos terrenos, la lealtad tiene un profundo significado, íntimamente vinculado a la traición.

Según dice el DRAE, lealtad es, en una primera acepción “el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien”, y en una tercera, “legalidad, verdad, realidad”.

Por otro lado, la traición la define como la “falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”, y más allá de las traiciones contra la Patria, añade que es una falta a la lealtad o a la confianza.

En la guerra

Desde estudiantes, nos enseñaron que la lealtad era, principalmente, hacia la Patria, y en su nombre haríamos todo lo posible por su defensa.

El concepto de lealtad es mucho más amplio. Atraviesa las relaciones que establecemos en toda sociedad, ya sea en lo laboral o en lo familiar, por mencionar sólo un par.

Y es que como trabajadoras o trabajadores, el sentido de “ponerse la camiseta” implica necesariamente entregar una lealtad a la empresa para la que se labora.

Ese valor cívico, en el caso de las y los compañeros de Radio13 fue traicionado. Crédulos de la honestidad con que la empresa aseguró solucionar sus problemas de pagos puntuales de salarios, el equipo se mantuvo trabajando.

Fueron no sólo los tres meses de labor sin salario, fue la esperanza de ver cumplidas las promesas de pago, de mantener sus puestos de trabajo y seguir contando con un ingreso, pero también seguramente estaba la gran expectativa de muchas y muchos periodistas, seguir ejerciendo una profesión que abrazamos.

Sin embargo, con una total falta de respeto y quebrantando la confianza que habían puesto, la empresa les respondió con una baja definitiva.

En el amor...

...también hay traiciones. Faltar a la verdad en una relación íntima resquebraja la confianza, se rompen lazos otrora de valor y valiosos, y se termina por provocar sentimientos para nada inocuos.

Estas historias no son nuevas. Muchas y muchos hemos tenido experiencias de ambos tipos, y sin embargo volvemos a poner el corazón en nuevos proyectos, renovamos energías y damos el salto. Ante la adversidad, un concepto trillado pero no por ello, menos vigente: una sonrisa.

lunes, 7 de marzo de 2011

8 de marzo: votos y flores

Cuando de conmemoraciones se trata, la reacción inmediata es el festejo. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer no es una fecha para festejar, sino para crear conciencia sobre las condiciones de vida y los derechos de las mujeres.

Nació en el seno de la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que, reunidas en Copenhague y a propuesta explícita de la política y activista alemana Clara Zetkin, se determinó adoptar esa fecha para convertirla en una herramienta de lucha por mejorar las situaciones de inequidad y desigualdad que vivían las mujeres en los albores del siglo XX.

Hace ya 100 años (en 1911), por primera vez en el mundo, más de un millón de personas en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza salieron a la calle para exigir que las mujeres tuvieran derecho al voto y a ocupar puestos públicos, así como derecho al trabajo, a la educación y a la no discriminación.

Desde entonces el activismo de estas mujeres socialistas fue cundiendo en el resto de las naciones. México optó por sumarse a estas jornadas de visibilización apenas hace unas décadas, aunque el objetivo de crear conciencia se ha visto subsumido en la felicitación por ser mujer o el regalo de una flor.

Los esfuerzos, sobre todo del movimiento feminista mexicano, han sido por rescatar el origen de la proclamación del 8 de marzo y promover jornadas intensivas que ofrezcan mayor información respecto de los avances de los derechos políticos, económicos, sociales, culturales y laborales de las mujeres en nuestro país.

Según datos del INEGI, en México habitamos poco más de 112 millones de personas, de las que 57.5 son mujeres y 54.9 son hombres.

Sólo para hacer hincapié en las desigualdades que aún prevalecen en materia política –y que no corresponde a la representación que debería tenerse por división poblacional—, uno de los principales objetivos que llevó a proponer esta fecha conmemorativa: el acceso de las mujeres a la política y a puestos de elección popular, podríamos señalar que hoy en día, México cuenta con bajísimo porcentaje de mujeres en la Cámara de Diputados.

Algunas cifras

* De 500 curules, 27.6 por ciento corresponden a mujeres, es decir, 138

* El PRI logró colocar 52 diputadas: 21.7 por ciento, de 240 diputaciones

* El PAN cuenta con 50 escaños femeninos: 35.5 por ciento, de 141 diputaciones

* El PRD, partido en el que sus mujeres militantes han promovido con mayor énfasis el sistema de cuotas, logró en esta Legislatura colocar 20 diputadas (29.4 por ciento) de las 68 diputaciones con que cuenta

A poco más de 50 años de que las mexicanas obtuvimos finalmente el reconocimiento a nuestra ciudadanía (1953), la lucha por el acceso al poder ha sido lento y desigual; por ello es fundamental seguir trabajando porque más mujeres nos representen en todos los ámbitos de la vida, a quienes seguimos siendo la mayoría poblacional.

miércoles, 23 de febrero de 2011

El prestigio y la credibilidad

En esta guerra soterrada de negocios e intereses políticos por el uso exclusivo de satélites y ondas hertzianas, quienes siempre salen perdiendo son el público (lector, escucha o televidente), la sociedad en su conjunto, y las y los periodistas.

Gobiernos transitan por Los Pinos sexenio tras sexenio y las reglas del juego se mantienen incólumes para seguir protegiendo a los monopolios. Con decisiones políticas tan envueltas siempre en el halo de la corrupción, es difícil pensar que el día de mañana se pueda contar con otros canales de televisión abierta que ofrezcan una seria competencia, así como una real oferta informativa y recreativa diversa frente a lo que hasta ahora tenemos: televisa y tvazteca.

En este afán por no afectar viejos intereses creados, soportados y alimentados por el propio sistema, la población lleva la penitencia. Aún cuando haya otras iniciativas de propuestas televisivas, éstas son tan poco poderosas que llegan a resultar efímeras, o esfuerzos, al final de cuentas encomiables, pero de poco alcance.

Y ni hablar de la telefonía, cuya situación es totalmente semejante. ATT, Avantel y otras microcompañías son a Telmex lo que el extinto Canal 40 e incluso TV Azteca son o fueron, a Televisa.

Así las cosas, hoy estamos por ver un buen forcejeo entre titanes, el que podría arrojar descalabrados y hasta muertos. Y es que en estas guerras todo se vale, y para llevarlas al terreno de la presión qué mejor que ventilar dimes y diretes en la arena pública, donde se miden los raiting y la potencia de la penetración creando "opinión pública".

Para ello nada mejor que servirse de voces y presencias que son líderes de opinión, en general, periodistas y comunicadores.

Visto desde allí, y en aras de la libertad de expresión, medios y periodistas deberían actuar bajo una deontología que contemple el

compromiso por informar con hechos y certezas para que la gente en efecto se forme una opinión acorde con sus propios intereses, creencias e ideologías, y tenga en sus manos el poder de decisión.

Y ello debería sustentarse en el único bien que a lo largo de una carrera forja cada profesional que tiene el privilegio de utilizar una pluma, un micrófono o una cámara: la credibilidad.

Pero difícilmente. Los intereses de las empresas para las que laboran o desde donde sostienen sus espacios públicos las y los periodistas, muchas veces se ven envueltos y condicionados a las tendencias de las casas que los contratan y les dan foro.

Es así como la credibilidad puede llegar a quedar en entredicho y el prestigio del periodista se convierte en un bien de compra y venta. Las presiones gubernamentales han mermado carreras brillantes, los intereses de grupos políticos han cooptado plumas críticas convirtiéndolas en voceros zalameros o voces hostiles, y no lejos estamos de empezar a ser testigos de los alcances que podrían tener los grandes capitales en este juego macabro.

El auditorio que defendió su espacio de información y expresión, encabezado por Carmen Aristegui, puso ejemplo social y su grano de arena en esta contienda. Cumplió con su responsabilidad ciudadana ante lo que consideró una afrenta a la libertad de expresión. Y esa es la actuación que deberíamos aplaudir de una ciudadanía participativa.

Sin embargo, mucho más hay de fondo. El Estado tiene una responsabilidad grande y los macro capitales, también. Pero sus objetivos no están en la defensa de las preocupaciones profesionales de las y los periodistas. De ello, nos tenemos que ocupar nosotras y nosotros mismos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Deontología periodística

Tras los dimes y diretes que han circulado por las redes sociales, en los pasillos de la cotidianidad, en las mantas y los comunicados sobre el cese iracundo de Carmen Aristegui removida de su espacio de noticias y opinión en MVS, tan bien sintetizados por Denise Dresser en su carta abierta a Joaquín Vargas, del pasado 10 de febrero, hay muy poco por aportar.

Cada quién, como dice Dresser, tendrá su propio punto de vista y su muy particular opinión y creencia de lo que allí se cocinó.

Pero fue precisamente el artículo de Emilio Álvarez Icasa del 11 de febrero en El Universal, el que da una pauta respecto de un tema que no por muy filosófico que parezca, no hay que entrale: la deontología del periodismo.

Carlos Marx escribió, en su tesis sobre Feuerbach que “de lo que se trata no es de comprender ni explicar el mundo, sino de transformarlo”, y en ese entendido, lo importante de toda esta problemática que ha vuelto a polarizar opiniones entre el gremio, la deberíamos aprovechar para reflexionar sobre la deontología que como profesionistas nos debería unir, por lo menos bajo preceptos que acogiéramos y defendiéramos.

Si bien como dice Fernando Savater la ética es “la actitud o la intención del individuo frente a sus obligaciones sociales, personales”, la deontología por su parte, es “el conjunto de éticas concretas de acuerdo con la actividad o el puesto o el papel social que cada uno desempeña en un grupo humano”, y refiere a lo debido, lo que corresponde a un grupo determinado.

Luego entonces la ética es al individuo, como la deontología al grupo.

Hace ya varios años que algunas compañeras y compañeros, desde distintas tribunas, venimos empujando la importancia de que los medios creen sus propios códigos de ética en tanto que ello transparenta ideales y objetivos, certezas, y no sólo, sino que en ello la sociedad vería cobijado su derecho a la información y a la libertad de expresión.

Pero un código de ética de un medio no debería tener validez si no se circunscribe a una deontología consensada por todas las partes involucradas en el derecho inalienable de la libertad de expresión, y la circunscribo específicamente al gremio periodístico; porque como bien dice Savater, “hay límites deontológicos para unas profesiones (...) que no corresponden en cambio a otras”.

Hay una deontología de los periodistas, dice Savater en su libro Ética, política y ciudadanía, publicado por Grijalbo y Raya en el Agua; y ésta dista mucho de lo que ocurre en las redes, por ejemplo, donde las opiniones confluyen entre profesionales de la palabra y público en general. El cotilleo está muy lejos de normarse por las reglas de quienes tienen bajo su responsabilidad un micrófono o una pluma.

Y para moverse bajo las mismas reglas del juego, es fundamental conocerlas. De allí que los códigos de ética de los medios de comunicación no debieran estar ocultos o insertados como la

letra minúscula de cualquier contrato. Deben ser documentos públicos a los que el público lector pueda acceder para conocer los mínimos parámetros en los que se mueve el medio de su confianza.

Vale la pena, por ello, releer a Álvarez Icasa, cuando advierte que "resulta inadmisible que si se presenta una cobertura noticiosa del hecho y se acompaña de un cuestionamiento duro, válido y respetuoso, la consecuencia sea que se silencien las voces y los micrófonos".

Y es que, como lo expone Savater, citando a Montesquieu, “para saber si hay tiranía o no, hay que acercar el oído, si se oye ruido y discordias, quejas, hay libertad; si no se oye nada, es que hay una tiranía”. Lo grave, como dice Emilio Álvarez es que: "Lo que no puede pasar en una democracia es que el resultado de una diferencia de esta naturaleza (sea el) cierre (de) un espacio noticioso".

La gente ya no está dispuesta a que le cierren las puertas a los aconteceres, si no, ¿por qué se han vuelto tan populares las redes sociales, donde circula la información y la verdad de cada persona que accede a estos sistemas de intercomunicación?. Añade Álvarez: "Debe tenerse claro que en democracia, mientras más alta es la responsabilidad pública que se desempeña, mayor escrutinio público debe existir".

Y a eso debe atenerse cualquier gobierno. Eso es parte de un juego donde todas y todos tenemos una responsabilidad. La ciudadanía, por ahora, la ha ejercido. Más allá de los intríngüilis económicos, y las razones que se esgrimen favorecieron a unas y otros, lo cierto es que hubo una manifestación de madurez social y libertad de planteamiento respecto de un conflicto. Los medios
debieran estar a la altura.

Bienvenida Carmen a su espacio noticioso.