miércoles, 30 de junio de 2010

Rendición de cuentas

Se acabó la fiebre del Mundial, lo que no obsta para que se mantengan vivas las quinielas y algunos momentos de euforia muy íntima por los equipos que van avanzando y que diversifican las preferencias públicas.

Sin embargo, las hogueras se prenden. Caen, calientes por el juego, funcionarios de poca monta que se marean con 5 centímetros de poder, tal vez amparados en los parentescos que dan supuesta seguridad y exaltan las prepotencias. Y no falta el diputado baquetón que está más pendiente de pedir cuentas al entrenador de la Selección Nacional, que de mirar los verdaderos pendientes que el cargo legislativo le confiere.

Rendición de cuentas es lo que hay que exigir, ni duda cabe. Pero hay que enfocar realmente los objetivos que beneficien a la sociedad en su conjunto: seguridad, derechos humanos, política social, reforma del Estado, etc., que para eso fueron electos quienes ahora legislan.

Los peores momentos que ha vivido este país no han sido, ni por mucho, los goles en contra que recibió el Tri, sino la cantidad de homicidios cometidos por el crimen organizado que ahora afecta, como en su momento sucedió en Colombia, a la esfera política: han pasado de los jefes de policía a los candidatos, de las guerras entre sicarios a amedrentar el trabajo de las y los defensores de derechos humanos, ahora también vituperados por el mismísimo secretario de Gobernación, a quienes llamó “tontos útiles a la delincuencia”. ¿Dónde está el respeto a las instituciones de este país, señor?

El Vasco lo dijo en su momento: tengo que entregar un informe. Y por supuesto, rendir cuentas de lo realizado, lo alcanzado y lo no logrado. Lo más importante: por qué. Y la ciudadanía debería exigir lo mismo a sus representantes: saber qué hacen o han hecho, las promesas que los llevaron hasta una curul, ¿se han cumplido?, ¿cuál es su estado?, ¿cuáles los avances?

Las dudas saltan en todo momento. ¿Por qué hasta ahora, en plena efervescencia electoral, se anuncia la anulación de la tenencia? ¿En dónde están las y los menores del caso Casitas? ¿Habrá justicia para las madres y padres de las niñas y niños muertos en la Guardería ABC? ¿Sabremos dónde está Diego y quién lo mantiene oculto? ¿Habrá investigaciones serias y posible castigo contra Marín, Ulises y Beltrán por sus supuestas arbitrariedades?

No. El flamante diputado priísta Rubio Barthell está más preocupado por la alineación de Cuauhtémoc o del Chicharito. A los árbitros ineficientes ya les llegó su regaño y las consecuencias de su mal desempeño. Blatter pide perdón y anuncia la posibilidad de la inclusión de nuevas tecnologías para apoyo del arbitraje. El futbol se moderniza. Pero, ¿cuándo les llegará el premio o el castigo a las y los representantes populares que no cumplen con su encargo ciudadano?

Y, ¿por qué no pedirle a Rubio que rinda cuentas sobre su trabajo legislativo, para empezar?

lunes, 21 de junio de 2010

Monsi es del pueblo

Nada mejor que el aplauso espontáneo, general, popular. Nada más gratificante para ese hombre de cabellera al viento y palabra mordaz. Nada igual para despedir a ese intelectual, poeta, periodista, escritor, cronista, librepensador, defensor de derechos humanos y de la diversidad sexual, de los derechos de los animales y de los gatos en especial.

Ningún adiós tan sentido como el de esas manos obreras, ajadas, morenas de amas de casa, de estudiantes, de trabajadoras y trabajadores que rozaron su féretro a pesar de todos los pesares gubernamentales. Ningún sentimiento tan profundo como el que ha recibido Carlos Monsiváis, el buen Monsi, el hombre de humor sarcástico y amante de las antigüedades únicas que sabía encontrar en la Lagunilla y rescatar para su gente, su pueblo, y que ha legado en El Estanquillo.

Nunca una ausencia más dolorosa que la de ese despistado que andaba siempre inmerso en sus pensamientos y que no cambió su barrio por otro de mayor estatus, o de ciudad, o de país.

Por eso es del pueblo, por eso las mejores coronas y pensamientos han cubierto la fachada de su casa y no están en Bellas Artes, ni en el Museo de la Ciudad de México.

Por eso San Simón 62 se ha llenado de cartulinas y masking tape y están firmados por los de la vulcanizadora o la tendera de la esquina, por el vecino de al lado o la del estanquillo de papelería o el estudiante de secundaria que solía caminar junto a él rumbo al metro o se lo topaba libro en mano deambulando por las aceras del barrio y era una casualidad cotidiana como todos los vecinos son casuales y cotidianos.

Porque esas y esos que hoy son niñas y niños, mañana harán leyenda de la casa de los gatos, y con el tiempo y el estudio sabrán más de los aportes a la vida de México de su morador y harán conciencia de que estuvo allí siempre.

Por eso las y los vecinos de la Portales tienen el derecho a llorarlo como ningún otro habitante de la ciudad, el país o el mundo.

Porque fue un hombre congruente con su pensar y su sentir, convicción que empapó sus obras y sus palabras siempre accesibles, cercanas, comprensibles. Porque lo mismo admiró a Juan Gabriel que a Gloria Trevi, a Carmen Salinas o a María Félix y al Indio Fernández y al Santo.

Porque enseñó con el ejemplo que cultura es la literatura y la poesía, como la escultura, la pintura o la danza, pero también el teatro y el cine y la música vernácula y el burlesque y hasta los videoclips. Porque era fácil leerlo y entenderlo, pero más cercana su palabra.

Y porque a Monsivais lo seguiremos descubriendo todavía, ¿por qué no sentirnos en la orfandad con su muerte, pero mantenerlo vivo en el ejemplo?

martes, 15 de junio de 2010

La guardería de las periodistas

Hace muchos años, y no es cuento de hadas, un nutrido grupo de mujeres periodistas decidimos apoyar la propuesta de crear una guardería para periodistas.

La demanda afloraba con frecuencia en cualquier reunión o taller de discusión y capacitación que para entonces promovían la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras, Capítulo México y la propia (hoy agencia de noticias) Comunicación e Información de la Mujer, AC (CIMAC), para sus congéneres profesionales en el Distrito Federal y los estados.

Que las mujeres dedicadas el reporteo, o que pertenecieran al inmenso mundo sin prestaciones que es el de las colaboraciones periodísticas, tuvieran acceso a una guardería con reglas que observaran y respetaran su condición especial, era condición sine qua non para el desarrollo profesional y crecimiento de las periodistas, se quedaban truncos al momento de decidirse por la maternidad.

Las sempiternas redes de apoyo que circundan a las mujeres, no necesariamente alcanzaba a todas; y tampoco era, ni es, un asunto de derivar responsabilidades a las abuelas, las tías o las hermanas mayores o menores, que ante la falta de políticas públicas y acciones positivas por parte del Estado, finalmente siempre terminan por asumirlas, muchas veces en contra de su salud, educación, desarrollo y crecimiento.

El eterno dilema: ser periodista o ser madre
Sin una guardería, por lo menos, que realmente apoyara la singularidad de una profesión como el periodismo, cuyos horarios de trabajo se inician por la mañana, pero no necesariamente finalizan ocho horas después, muchas mujeres periodistas no podrían acceder a puestos de toma de decisiones, no podrían aumentar sus ingresos realizando giras de trabajo, pues cabía –y cupo muchas veces-- la posibilidad de que se les marginara de eventos importantes para su carrera. Las hubo incluso que decidieron no ejercer la maternidad, aun en contra de sus convicciones, pero sobre todo por falta de condiciones.

Respecto de los terrenos de la maternidad, mucho se ha dicho. Mientras los hombres no se cuestionan sobre la posibilidad del hecho, las mujeres hemos de ponderar el camino a cada paso: con el noviazgo, el matrimonio y el embarazo, por decir lo menos.

Era la década de los 90 del siglo XX. Cristina Alcayaga era presidenta de AMMPE, Capítulo México. La secundamos muchas, acudimos a su llamado y la acompañamos a reuniones de negociación con el Seguro Social para que aportara el servicio especializado (puericultistas, trabajadoras sociales, enfermeras, educadoras, lo que requiere una guardería). Visitamos directores de periódicos –como La Jornada—para conformar un fideicomiso. Por lo menos 10 diarios nos apoyaron.

Estela Livera, Elda Peralta, Tere Ponce, Lupita Díaz, Martha Guerrero, Martha Dueñas o yo, ya no necesitábamos del servicio. Nuestras hijas e hijos habían rebasado las edades de lactancia o maternal, pero sabíamos, porque lo habíamos vivido en carne propia, que un servicio así era necesario, urgente, imprescindible.

A muchos años de aquella demanda cumplida para bien de muchas otras compañeras, que se vieron beneficiadas con horarios especiales para el cuidado de sus hijas e hijos, hoy sé que la Guardería para Periodistas fue cerrada tras 20 años de dar el servicio. Tere Izquierdo, indignada lo dice claro: ¡un proyecto que no fue de generación espontánea, que conjuntó esfuerzos y voluntades, lo borraron de un plumazo!

Y, ¿por qué no dijeron nada las autoridades del IMSS, mandaron llamar a las fideicomitentes, hicieron una encuesta sobre la pertinencia de un servicio así y sí siguen haciendo las cosas a la chita callando?

Ligas interesantes: http://www.eluniversal.com.mx/notas/687549.html

martes, 8 de junio de 2010

Estamos de Mundial

Hace 100 años no había campeonato mundial de futbol ni, menos aún, México estaba en la mira del mundo como coprotagonista del partido inaugural, con el grito ahogado en las gargantas en espera del primer silbatazo.

Muy por el contrario, se disparaban las primeras balas y se empeñaban las primeras vidas en la búsqueda de un mejor gobierno, en contra del autoritarismo largamente ejercido por el dictador Porfirio Díaz y sus políticas de terror aplicadas a la población más pobre y vulnerable.

México estaba en los ojos del mundo por las revueltas que minaban la supuesta estabilidad gubernamental que por tres décadas había logrado el otrora soldado de la Reforma, seguidor y defensor de Juárez, combatiente audaz en la batalla del 5 de mayo a las órdenes de Ignacio Zaragoza, contra los franceses.

Así se gestaba la primera revolución social del siglo XX. Seguirían, en el mundo, otras: la de los bolcheviques en Rusia, la de Cuba con Fidel Castro a la cabeza, la de los claveles en Portugal, la sandinista en Nicaragua y la de El Salvador con el Frente Farabundo Martí, por ejemplo.

En los albores de la Revolución mexicana, el clima de tensión crecía, las revueltas afloraban y emergían los caudillos Zapata y Villa, Madero y Carranza, las familias Flores Magón y Serdán, los periodistas Filomeno Mata y Heriberto Frías, John Reed y los Casasola.

Las revueltas modernas

México vive hoy otras revueltas. Más allá de las barricadas de seguridad que se prevén para salvaguardar el Ángel de la Independencia ante los embates de las hordas que festejan a sus pies lo que sea: ganar o perder, participar sin más –todo sea por tomar las calles--, el país se debate en medio de la injusticia y la desconfianza.

Cananea se vuelve tierra de nadie, piedra de choque y surgen los intereses empresariales, gubernamentales y laborales. El incendio de la guardería ABC esconde en las cenizas las vergüenzas de un gobierno despreciable por indolente. La pobre y multicitada Paulette yace cubierta por tierra llena de corrupción y negligencia. Y Palacio Nacional vuelve a ser objeto de asalto.

En plena Decena Trágica, en 1913, cuando el Presidente Madero y su vicepresidente Pino Suárez perdieron la vida, la Puerta Mariana había sido abatida por un cañonazo. En 1976, miembros de la Central Campesina Cardenista prendieron una fogata para quemar esta misma puerta y presionar así a las autoridades de Hacienda, reacias al diálogo.

Hoy ha sido la puerta central, sobre la que pende la Campana de la Independencia. Un histórico portón con más de 400 años de vida. Para algunos, sólo un madero labrado, un obstáculo por franquear; para otros, un bien de la nación, un inmueble lleno de historia, un patrimonio de las y los mexicanos. Lo peor: el magisterio concientizado, que se presupone ha sido el autor de la agresión. Esos profesionales que se piensa saben de historia, pues la enseñan; que educan y son ejemplo –o debieran-- del respeto a la nación y sus monumentos.

A 100 años, de festejos a festejos

Como hace cien años, México se encuentra en el desgobierno, en manos de un sector conservador e inoperante, que ha demostrado conocer y ejercer lo que son la corrupción y el amiguismo, vicios sociales contra lo que supuestamente luchó y que ahora asume sin vergüenza alguna. Como Díaz; el PAN, los Fox y los Calderón.

Como entonces los festejos del centenario de la Independencia, hoy el mundial de futbol. Como entonces, en la impunidad de la represión porfirista contra henequeneros, cañeros o mineros y sus familias. Como hoy, en la impunidad de la violación a los derechos humanos, el asesinato y persecución de defensores y activistas, el feminicidio de Juárez y la violencia contra las mujeres en el país entero.

Y, ¿por qué no preguntarse dónde quedó el Estado de derecho en estos cien años de demandas ciudadanas y luchas por los derechos sociales y humanos que tantas otras vidas nos han costado?

martes, 1 de junio de 2010

El delgado hilo de la confianza

Si el hilo se rompe por lo más delgado, nada es de extrañar la renuncia de Alberto Bazbaz a la Procuraduría General de Justicia del Estado de México.

La ciudadanía se mueve en esas aguas, en el sexto sentido que ha aprendido a desarrollar para confiar o no en determinadas autoridades, líderes y personajes. En el caso de Bazbaz, el problema va más allá de la simple pérdida de la confianza ciudadana. Enrique Peña Nieto dice que este mal paso no tendría por qué afectar su carrera hacia Los Pinos. Debería preguntarse hasta dónde esa confianza ciudadana perdida, también le afecta en su capacidad de tomar decisiones como jefe y líder de lo que debería ser un gobierno de vanguardia, como la propia sociedad espera, después de tanto desatino panista.

La que sí merece un reconocimiento en su lucha por recuperar la confianza perdida hace muchos años, es la Suprema Corte de Justicia. Acostumbrados, como estábamos, a que se hacía lo que se dictaba desde la casona de Parque Lira, sorprenden ahora los últimos y definitivos dictámenes en materia de respeto a los derechos humanos y al libre albedrío.

La llamada Ley Robles, que fue el espaldarazo que se necesitaba para que el aborto fuera legal y gratuito en el Distrito Federal, siempre bajo reglas claras. La constitucionalidad del matrimonio entre personas, aunque sean del mismo sexo; y apenas hace unos días, la obligación de las autoridades del sector salud, de informar sobre la píldora anticonceptiva de emergencia y ofrecerla en disponibilidad, dejando en manos de las mujeres que han sufrido un evento de violencia sexual la decisión de tomarla o no.

México tiene que caminar hacia la democracia participativa, donde sus ciudadanas y ciudadanos tengan el derecho y todas las opciones para decidir informadamente sobre lo que su conciencia y valores les dicten. La autorización legal no obliga a nadie a recurrir al aborto, ni a la pastilla; como tampoco al divorcio o al matrimonio.

Chato se ha quedado el gobierno de Felipe Calderón y su camarilla de cuates dando brincos sin huarache, aferrándose a encontrar un supuesta anticonstitucionalidad en algunas decisiones de gobiernos que no les son afines; o en otras dentro de su propio ámbito, apegadas al auténtico Estado de derecho y no a visiones y concepciones facciosas.

La Suprema Corte, en actos valiosos, independientes y autónomos, incluso dando un ejemplo que va más allá de las ideologías personales de quienes la componen y sustentando sus veredictos en la ley y la Constitución, les ha dado el revés.

Pero no hay que perder de vista que la confianza es la parte más delgada del hilo. Se puede romper con mucha facilidad y tirar por la borda todo el tejido elaborado.

Y, ¿por qué no darles ese voto de confianza, sin perderlos en la mira, a quienes tienen en sus manos la justicia en México?