martes, 15 de junio de 2010

La guardería de las periodistas

Hace muchos años, y no es cuento de hadas, un nutrido grupo de mujeres periodistas decidimos apoyar la propuesta de crear una guardería para periodistas.

La demanda afloraba con frecuencia en cualquier reunión o taller de discusión y capacitación que para entonces promovían la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras, Capítulo México y la propia (hoy agencia de noticias) Comunicación e Información de la Mujer, AC (CIMAC), para sus congéneres profesionales en el Distrito Federal y los estados.

Que las mujeres dedicadas el reporteo, o que pertenecieran al inmenso mundo sin prestaciones que es el de las colaboraciones periodísticas, tuvieran acceso a una guardería con reglas que observaran y respetaran su condición especial, era condición sine qua non para el desarrollo profesional y crecimiento de las periodistas, se quedaban truncos al momento de decidirse por la maternidad.

Las sempiternas redes de apoyo que circundan a las mujeres, no necesariamente alcanzaba a todas; y tampoco era, ni es, un asunto de derivar responsabilidades a las abuelas, las tías o las hermanas mayores o menores, que ante la falta de políticas públicas y acciones positivas por parte del Estado, finalmente siempre terminan por asumirlas, muchas veces en contra de su salud, educación, desarrollo y crecimiento.

El eterno dilema: ser periodista o ser madre
Sin una guardería, por lo menos, que realmente apoyara la singularidad de una profesión como el periodismo, cuyos horarios de trabajo se inician por la mañana, pero no necesariamente finalizan ocho horas después, muchas mujeres periodistas no podrían acceder a puestos de toma de decisiones, no podrían aumentar sus ingresos realizando giras de trabajo, pues cabía –y cupo muchas veces-- la posibilidad de que se les marginara de eventos importantes para su carrera. Las hubo incluso que decidieron no ejercer la maternidad, aun en contra de sus convicciones, pero sobre todo por falta de condiciones.

Respecto de los terrenos de la maternidad, mucho se ha dicho. Mientras los hombres no se cuestionan sobre la posibilidad del hecho, las mujeres hemos de ponderar el camino a cada paso: con el noviazgo, el matrimonio y el embarazo, por decir lo menos.

Era la década de los 90 del siglo XX. Cristina Alcayaga era presidenta de AMMPE, Capítulo México. La secundamos muchas, acudimos a su llamado y la acompañamos a reuniones de negociación con el Seguro Social para que aportara el servicio especializado (puericultistas, trabajadoras sociales, enfermeras, educadoras, lo que requiere una guardería). Visitamos directores de periódicos –como La Jornada—para conformar un fideicomiso. Por lo menos 10 diarios nos apoyaron.

Estela Livera, Elda Peralta, Tere Ponce, Lupita Díaz, Martha Guerrero, Martha Dueñas o yo, ya no necesitábamos del servicio. Nuestras hijas e hijos habían rebasado las edades de lactancia o maternal, pero sabíamos, porque lo habíamos vivido en carne propia, que un servicio así era necesario, urgente, imprescindible.

A muchos años de aquella demanda cumplida para bien de muchas otras compañeras, que se vieron beneficiadas con horarios especiales para el cuidado de sus hijas e hijos, hoy sé que la Guardería para Periodistas fue cerrada tras 20 años de dar el servicio. Tere Izquierdo, indignada lo dice claro: ¡un proyecto que no fue de generación espontánea, que conjuntó esfuerzos y voluntades, lo borraron de un plumazo!

Y, ¿por qué no dijeron nada las autoridades del IMSS, mandaron llamar a las fideicomitentes, hicieron una encuesta sobre la pertinencia de un servicio así y sí siguen haciendo las cosas a la chita callando?

Ligas interesantes: http://www.eluniversal.com.mx/notas/687549.html

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