martes, 1 de junio de 2010

El delgado hilo de la confianza

Si el hilo se rompe por lo más delgado, nada es de extrañar la renuncia de Alberto Bazbaz a la Procuraduría General de Justicia del Estado de México.

La ciudadanía se mueve en esas aguas, en el sexto sentido que ha aprendido a desarrollar para confiar o no en determinadas autoridades, líderes y personajes. En el caso de Bazbaz, el problema va más allá de la simple pérdida de la confianza ciudadana. Enrique Peña Nieto dice que este mal paso no tendría por qué afectar su carrera hacia Los Pinos. Debería preguntarse hasta dónde esa confianza ciudadana perdida, también le afecta en su capacidad de tomar decisiones como jefe y líder de lo que debería ser un gobierno de vanguardia, como la propia sociedad espera, después de tanto desatino panista.

La que sí merece un reconocimiento en su lucha por recuperar la confianza perdida hace muchos años, es la Suprema Corte de Justicia. Acostumbrados, como estábamos, a que se hacía lo que se dictaba desde la casona de Parque Lira, sorprenden ahora los últimos y definitivos dictámenes en materia de respeto a los derechos humanos y al libre albedrío.

La llamada Ley Robles, que fue el espaldarazo que se necesitaba para que el aborto fuera legal y gratuito en el Distrito Federal, siempre bajo reglas claras. La constitucionalidad del matrimonio entre personas, aunque sean del mismo sexo; y apenas hace unos días, la obligación de las autoridades del sector salud, de informar sobre la píldora anticonceptiva de emergencia y ofrecerla en disponibilidad, dejando en manos de las mujeres que han sufrido un evento de violencia sexual la decisión de tomarla o no.

México tiene que caminar hacia la democracia participativa, donde sus ciudadanas y ciudadanos tengan el derecho y todas las opciones para decidir informadamente sobre lo que su conciencia y valores les dicten. La autorización legal no obliga a nadie a recurrir al aborto, ni a la pastilla; como tampoco al divorcio o al matrimonio.

Chato se ha quedado el gobierno de Felipe Calderón y su camarilla de cuates dando brincos sin huarache, aferrándose a encontrar un supuesta anticonstitucionalidad en algunas decisiones de gobiernos que no les son afines; o en otras dentro de su propio ámbito, apegadas al auténtico Estado de derecho y no a visiones y concepciones facciosas.

La Suprema Corte, en actos valiosos, independientes y autónomos, incluso dando un ejemplo que va más allá de las ideologías personales de quienes la componen y sustentando sus veredictos en la ley y la Constitución, les ha dado el revés.

Pero no hay que perder de vista que la confianza es la parte más delgada del hilo. Se puede romper con mucha facilidad y tirar por la borda todo el tejido elaborado.

Y, ¿por qué no darles ese voto de confianza, sin perderlos en la mira, a quienes tienen en sus manos la justicia en México?

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