martes, 25 de mayo de 2010

Paulette, un accidente rumbo a la presidencia


El controversial fallo oficial respecto de la accidentada muerte de Paulette Gebara Farah, ha dejado mucho qué desear en el colectivo social. Especulaciones, verdades a medias, interpretaciones y hasta apuestas se cruzaron durante semanas en cafés y sobremesas. Las declaraciones y entrevistas, públicas o para las investigaciones ministeriales, arrojaban resultados mucho más juiciosos que al que ahora nos enfrentamos.

No cabía en en el imaginario social que policía y peritos no hubiesen encontrado a la pequeña bajo la cama, que se le haya escapado al fino olfato del escuadrón canino, que en esa recámara macabra hayan dormido, varias noches, personas distintas y no hubiesen sospechado nada, que las lágrimas a veces efímeras y la serenidad que acompañaban las declaraciones de la madre o el padre no ocultaran una cierto conocimiento de lo que había sucedido.

Y todo terminó con un simple “accidente”.
¿Accidente de quién? ¿Quién será ahora la o el responsable de ese accidente? ¿Quién tendrá la culpa de ocultar ese accidente mortal? ¿Por qué si fue accidente, se ocultó el cuerpo, se dio por desaparecida o secuestrada a la niña, se pidió la intervención de policías extranjeras, incluso?

Ahora sobran mucho más preguntas que en el momento mismo en que vimos aparecer espectaculares y fotocopias en todas las cajas de los supermercados, pidiendo ayuda por si reconocían y sabían del paradero de la pequeña.

Lo único cierto es que dejó mucho qué desear lo que se veía como –posiblemente-- una nueva y confiable forma de investigación ministerial: la científica. Tan poco acostumbrados estamos a que existen avances científicos, a que no todo es cuestión de interrogatorios y torturas y a que la criminalística y otras disciplinas que la acompañan pueden develar escenarios escenarios en la ejecución de un crimen, que cuando el procurador mexiquense Alberto Bazbaz Sacal sacó el tema a colación, no poca gente se burló y hasta sugirió la conformación del laboratorio mexicano al estilo CSI.

Carambola de tres bandas
Bazbaz no sólo se quedó atrapado en un escenario de fantasía. Ahora se pide su cabeza, pero habría que recordar que este señor fue designado como titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México precisamente por Enrique Peña Nieto, quien hasta antes del fallo lideraba las encuestas de preferencia en la carrera a la Presidencia de México. Hoy, conforme a un sondeo de opinión publicado en el diario español El País y efectuado por Demotecnia, a cargo de María de las Heras, Peña Nieto tiene 76 por ciento de opiniones en su contra, 45 por ciento de la ciudadanía expresa una peor opinión del gobernador mexiquense y sólo 23 por ciento se mantiene firme en su confianza.

¿Obnubilado por su creciente popularidad –o atrapado en su propia telenovela-- olvidó revisar perfiles y responsabilidades de cargos? ¿O fue sólo un ejemplo, como muchos que tenemos y conocemos, de que gusta de rodearse de los buenos amigos que le han acompañado en diversos momentos? Si esto es cierto, habría que preocuparse. Ya tenemos un gobierno federal en manos de quien se ha circundado de una camarilla íntimamente ligada a la amistad y poco pensada en los perfiles y capacidades propias de las responsabilidades de las políticas públicas y compromisos por desempeñar, con resultados bastante negativos para la economía y el desarrollo social del país.

Mantener viva la memoria
Lo cierto es que Paulette, accidentada o no, está muerta. Más verdad es que quien tuvo que ver con ese accidente, por acción u omisión, ha quedado oficialmente en la impunidad. Peor es que esa impunidad está sustentada en la “ciencia” y la “investigación profesional” de policías, ministerio público, cuerpo de investigadores y autoridades de justicia, que han emitido un fallo final. Muchísimo más grave es que se sepa, y esté en el medio, la sempiterna colusión amparada en la amistad y los financiamientos millonarios que ligan a la familia Gebara con el viejo jerarca Arturo Montiel.

De las Heras afirmó que los resultados de la encuesta señalan que “en el caso Paulette, la gente ya no sabe si pensar que se pecó de negligencia, corrupción o estupidez; en cualquiera de los tres casos, el costo para Peña Nieto puede ser muy alto”.

Y, ¿por qué no hacer un esfuerzo por mantener en la memoria colectiva este tipo de yerros, con miras a definir nuestro voto en 2012?

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