jueves, 21 de octubre de 2010

Si fumar es un placer

La satanización de las personas que fuman y las acciones que se han tomado supuestamente para desalentar el consumo del tabaco empiezan a resultar “sospechosistas”.

Bajo la falsa premisa de que aumentar el precio de la cajetilla de cigarros, legisladores y gobierno pretenden evitar que haya muertes prematuras con este vicio. Podría ser cierto que–según cifras de Phillips Morris- se trata de cerca de 13 millones de personas que son las que fuman en México, de los más de 120 millones de habitantes. Podría ser también que muchas de ellas padecerán enfermedades crónicas pulmonares o cánceres que eventualmente los lleven a la muerte.

Sin embargo, y aunque la medida podría evitar que algunos miles decidan dejar de fumar (quienes tengan el recurso, seguirán fumando aunque la cajetilla aumente, y quienes no ajusten, cambiarán de marca para fumar alguna menos cara o más cerca de sus presupuestos), lo cierto es que muy poco y mucho menos se hace en contra del alto consumo de alcohol que sí deviene en un mayor porcentaje de muertes e incluso asesinatos (sólo hay que pensar en la enorme cantidad de mujeres que sufren violencia intrafamiliar, y que en muchos casos decantan en el asesinato incluso, por efectos del alcohol en su pareja, uno de los disparadores más documentados y comunes).

Para reflexionar
1.- Mientras la cajetilla de cigarros se incrementará en 7 pesos la cajetilla; lo cierto es que el aumento por botella de licor no conlleva una medida semejante o de igualdad (para desalentar su consumo, que también es nocivo).

2.- Mientras el consumo del tabaco afecta a la salud de terceros, como un efecto colateral que no necesariamente mata; lo cierto es que el exceso en el consumo de alcohol es una de las principales causas de muerte por accidentes automovilísticos, y por ende, de muerte de terceros (hay que estar conscientes de que la principal muerte de hombres en este país es a causa de la violencia, y ésta está siempre acompañada del consumo excesivo de alcohol. Sólo hay que ver las cifras que se manejan en el Programa Nacional de Salud 2007-2012).

3.- Mientras el consumo de tabaco genera afecciones crónico pulmonares y cánceres diversos; el alcohol suma un mucho mayor porcentaje de personas con cirrosis o que padecen discapacidades varias por sus efectos.

4.- Mientras que se limitan los espacios a personas que fuman, sobre todo en recintos cerrados; a las que beben se les permite hacerlo en cualquier sitio y sin control (incluso la calle, sólo hay que mirar la cantidad de indigentes que deambulan alcoholizados o duermen sin miramientos bajo los quicios de los edificios, en parques y hasta módulos de vigilancia).

Algunas sugerencias
1.- Si el tabaco es tan nocivo para la salud de las y los jóvenes (ese es el pretexto del aumento a la cajetilla), ¿por qué no elevar también el costo de las bebidas alcohólicas, incluidas aquellas enlatadas que se venden como cocteles inofensivos (y que son de alto consumo entre la juventud)?

2.- Si para evitar el consumo del tabaco se limitan los espacios públicos, ¿por qué no establecer reglas de consumo máximo en bares, restaurantes y antros para evitar los excesos y sus consecuencias? (Por ejemplo, si el alcoholímetro establece que un determinado nivel es considerado prudente para deambular por la calle, debería equipararse en un número máximo de copas y eso establecerlo como límite de venta en lugares públicos.)

3.- Si para evitar el consumo del tabaco se ha reglamentado anular la publicidad en medios como la televisión y el radio, ¿por qué no también anular la publicidad de las casas productoras de alcohol?

Lo sospechoso
Queda claro que la falta de una reglamentación más coercitiva en el consumo del alcohol es tocar los intereses económicos de las grandes empresas productoras. La presión política y económica que ellas ejercerían si se ven afectadas, no se compara con la presión que podrían hacer las cigarreras, no obstante la inmensa diferencia de efectos nocivos que tienen las unas, frente a las otras.

Aumentar el precio de la cajetilla de cigarros no evitará que las y los jóvenes dejen de fumar o se inicien en este consumo. Siempre habrá opciones para que lo hagan.

Ojalá que los ingresos que pretenden recaudar por este consumo, efectivamente se asignen a la investigación y atención de personas que padecen enfermedades vinculadas a los efectos del cigarro, cuestión sumamente dudosa.

Pero sería mucho más benéfico que se tomaran medidas equilibradas y se combatiera tan ferozmente como al tabaco, el consumo de alcohol, una enfermedad crónica que sí afecta a mucho más de los 13 millones de habitantes que fuman y genera un porcentaje mucho más alto de discapacidades, fallecimientos y muertes colaterales que el propio tabaco.

2 comentarios:

  1. Me parece una opinión muy certera. No fumo, y en general me gustaría que mis amigos y familiares que fuman dejaran de hacerlo, pero definitivamente preferiría que dejaran el alcohol.

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  2. Coincido plenamente en que los problemas son consecuencia de los excesos, por lo que éstos últimos deberían ser controlados.

    Por otro lado, disiento en algunos puntos:

    - El alcohol, tomado con mesura, es beneficioso para la salud; no así el tabaco.

    - La prohibición de fumar en recintos cerrados está asociada al hecho de que el humo que se genera hace que el resto de la gente presente en el recinto pasen a ser fumadores pasivos. Esto no ocurre con el alcohol. Personalmente, me molesta el humo... Y sé que somos varios...

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