viernes, 15 de octubre de 2010

Contra la tiranía, la libertad: Hidalgo

Más allá de la gran noticia que ha dado varias vueltas al mundo sobre el rescate con vida de los 33 chilenos trabajadores de la mina de San José, lo cierto es que tras casi 70 días de encierro, lo que recobraron fue la libertad.

Y sobre libertad aprendemos todos los días. Derecho inalienable que todo ser humano debe ejercer y que tiene sólo por límite el respeto al del ajeno para una convivencia pacífica. Sobre el cuerpo, sobre la ideología, sobre el credo, sobre la preferencia sexual. Derecho que se sojuzga con “asquitos” y declaraciones que se pretenden vanas pero que están cargadas de discriminación y rechazo.

En la película “Hidalgo, la historia jamás contada” de Antonio Serrano, a lo que nos enfrentamos es a esa decisión férrea de ejercer la libertad de pensamiento y actos, de defenderla y de rescatarla de la ignominia de los poderosos, de los que la limitan y la constriñen.

Los primeros años

“Hace muchos leí que el mejor escudo contra la tiranía es la libertad, y que no se puede renunciar a ella, porque es como renunciar a ser hombres”, sentencia un Hidalgo vigoroso, lleno de vida y colmado de esas lecturas prohibidas en la Nueva España que dieron sustento a la Revolución Francesa.

Profundamente conocedor de los textos de Rousseau, de los Enciclopedistas, de aquellos que hablaban sobre la igualdad, la fraternidad y la libertad, Hidalgo aprende, además, viviendo. Es testigo del desdén por los indios, de su marginación y destrucción, azuzada por las clases pudientes, y permitida e incluso auspiciada por el clero inquisitorial de la época.

Así será observador imberbe y pasivo del desalojo de los jesuitas del Colegio Nicolaíta, del que posteriormente será rector e igualmente perseguido dadas sus ideas y enseñanzas libres, que llorará la muerte de indios inocentes o se alebrestará contra la furia clerical que es capaz lo mismo de incendiar casas de palma y piedra, que recurrir a la fuerza militar oficial para destruir el sueño de una puesta en escena.

De Extra a protagónico

“Hidalgo”, el filme, está protagonizado por ese actor multifacético que es Demián Bichir (sólo hay que recordarlo en la obra de teatro Extras, donde realiza múltiples personajes femeninos y masculinos con sólo cambiarse de lugar el paliacate que usa como atuendo distintivo), y con el que coinciden magistralmente en actuación Ana de la Reguera (Backyard), Cecilia Suárez y Miguel Rodarte, entre otros actores y actrices.

Aquí, desvela a un joven de ideas claras, libertadoras y de justicia, comprometido con una patria que se construye en cada camino de tierra, en cada hato de nopales y se cura las borracheras de tequila con la popular, pero vetada música de jarabe.

No puedo, no quiero

La trama nos lleva del estudiante al párroco de Torres Mochas. Del intrépido jovenzuelo al firme hombre de ideales en que se convierte. Del aventurero estudiante de seminarista al atractivo y seductor cura que cae rendido a los pies de la joven Josefa con la que procrea otra familia (su mujer anterior, madre de sus dos primeros vástagos, se quedó en Valladolid, de donde lo castigan trasladándolo a Torres Mochas).

Pero también nos advierte respecto del odio y rencor con los que se cocinan las futuras batallas de Independencia, las que se cuecen a fuego lento en las voluntades indígenas que ven la hora de su venganza en el momento en que Hidalgo los llama a una lucha desigual pero rabiosa, con aquellas campanadas en la madrugada del 16 de septiembre.

En flash back miramos las carnicerías y el reclamo de Allende: ¡detenlos!; y el abatimiento de un Hidalgo que comprende, pero no justifica, que deja hacer sin convenir del todo: No puedo, Allende, y, ¡no quiero!

“Hidalgo, la historia jamás contada” nos acerca a un ser humano de carne y hueso, lleno de pasiones y dudas, de vicios privados y virtudes públicas. Con este Bicentenario, muchas y muchos han sido los personajes a quienes han despojado de sus investiduras rígidas y oníricas, para dejarnos mirar sus almas, sus desazones y sus ideales.

Una cinta mexicana, muy recomendable.

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