lunes, 1 de febrero de 2010

Tomás Eloy

Tomás Eloy Martínez falleció el 30 de enero de 2010 en su natal Argentina.

Tucumano, como la Negra Sosa, este periodista y escritor nacido en 1934, perteneció a esa generación de intelectuales que experimentan transformando los hechos reales en ficción, resucitando la historia y reinventándola, como dijo alguna vez Carlos Fuentes, “para hacerla no sólo vivible, sino comprensible”.

Como magistralmente lo hiciera Truman Capote (1924-1984) en A sangre fría, el trabajo literario de Eloy Martínez se nutre permanentemente de noticias, y de ese mundo de papel en el que siguió colaborando hasta el último minuto, extrajo el relato que transformó en novela y lo hizo merecedor del Premio Alfaguara 2002: El vuelo de la reina[1], una historia donde entrevera el crimen real con el ficticio, una forma de contar que descubrió a partir de su ejercicio profesional en el periodismo, una escritura –llegó a declarar—en el borde de la realidad, porque al final de cuentas, al escribir novela se tiene licencia para mentir, imaginar e inventar.

Centrada en los ires y venires de la relación profesional e íntima entre un periodista sesentón, encumbrado y arrogante, Camargo, y una joven y pujante reportera, Reina Remis; Tomás Eloy nos desvela lo intrínseco del pensamiento masculino, de un ser todopoderoso que lo mismo oprime que perdona y redime a voluntad.

Es la historia de un crimen profusamente conocido: el feminicidio. El asesinato de odio nutrido por el orgullo y la vanidad machista, el más claro ejemplo de la forma en que los hombres poseen, aprisionan y violentan a las mujeres. Sólo en México, según reportes del Observatorio Ciudadano nacional de Feminicidio, en el periodo de enero 2007 a julio 2008, se registraron mil 14 homicidios dolosos contra mujeres en todo el territorio[2].

Calificados en el argot periodístico como crímenes pasionales, aquellos que desatan el amor propio o la honra herida, Camargo explica y disculpa: “Las pasiones son siempre insensatas … No se puede culpar a nadie por eso”, aunque la causa más frecuente es la posesión.

A lo largo de esta novela, podemos penetrar en el más recóndito de los pensamientos de Camargo, en su orgullo herido, en su firme convicción de que nadie ha nacido para burlarse de él, para menospreciarlo y menos aún para dejarlo.

Y en el de Reina, esa joven que logra no sólo una carrera exitosa, y que en el ganar-ganar, bajo la falsa premisa de que él la necesita, sucumbe. Soslaya los focos rojos, los bofetones, los celos, los malos tratos. Enamorarse de otro, tampoco es la solución.

Herido en su hombría, Camargo planea su destrucción.

El vuelo de la reina habla de amor y violencia, de esa que viven muchas mujeres en México y el mundo en sus relaciones de pareja, la que se minimiza y queda impune, de la que el Estado no se hace responsable, y la sociedad soslaya.

Según información de la Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo[3], más de 60 por ciento de mujeres jóvenes han tenido eventos de violencia física en sus relaciones amorosas, y la mayoría prefiere acudir a sus amistades en busca de ayuda antes que a sus familiares (madre o padre) o a alguna institución.

Y, ¿por qué no modificar nuestras relaciones humanas e íntimas en las que se fomente el respeto?



[1] http://www.revistaesperanza.com/delromance.htm
[2] http://www.articuloz.com/sociedad-articulos/el-feminicidio-en-mexico-cruda-realidad-1006311.html
[3] http://www.imjuventud.gob.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=95&Itemid=59

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