miércoles, 15 de septiembre de 2010

¡Viva México, cabrones!

Esta semana tenemos Bicentenario. Cómo no referirse a lo que endulza y agria la boca de la ciudadanía de este siglo XXI. Muchas son las críticas al México moderno, el que logró saborear apenas en el 2000 el grito del cambio. Sin embargo la historia de este México desgarrado por la pobreza de millones, inoculado por el virus del narcotráfico contra el que todavía no hay vacuna efectiva, enfermo de poder y atacado ferozmente por críticos que más parecen detractores, tiene un pasado lleno de traiciones y arrepentimientos; no obstante, en esta construcción irredenta pesan más los arrojos y las valentías, las resistencias y los compromisos inalienables por conseguir una patria, un país libre de la esclavitud y de la colonización, una nación unida, fuerte, independiente.

Gritos de muerte y libertad

Durante las últimas semanas hemos tenido oportunidad de acercarnos a una visión moderna y mucho más profunda de las y los personajes de nuestra historia. Como nunca se ha reivindicado la figura de doña Leona Vicario (Cecilia Suárez), proclamada Madre de la Patria por su entrega y sus aportes que fueron más allá de sólo parir una hija en una cueva o vender sus joyas para la causa insurgente. Su valía queda clara al difundirse hoy, a 200 años del inicio de la Independencia, sus ideas vanguardistas que quedaron plasmadas en sus escritos publicados en los diarios de la época, además de sus invaluables aportes al Congreso de Chilpancigo.

Gritos de muerte y libertad. Así se llamó la serie televisiva de pocos pero sustanciosos capítulos que terminarán este jueves. Capítulos salpicados de anécdotas, pero anclados en momentos cumbres que vivieron héroes como Primo de Verdad, Hidalgo y Morelos, Josefa y Leona, Guerrero y Victoria, o advenedizos como Iturbide y Santa Anna.

Magistralmente ambientada, espléndidamente actuada, elaborada con cariño y detalles que se notan al humanizar próceres antaño intocados, mostrados por los libros de texto oficiales como incólumes, hoy son expuestos de carne y hueso.

Bajo la dirección de Mafer Suárez y Gerardo Tort, y con el destello que nos ofrecen los escasos 25 minutos de video, nos adentramos en la piel de un Primo de Verdad (Mario Iván Martínez) incrédulo ante lo que pudiera hacer un “cura loco” como Hidalgo (Alejandro Tommasi), hombre de letras y sapiencia contagiado por las ideas de los Enciclopedistas franceses que proferían conceptos sobre la libertad, la fraternidad y la igualdad entre los seres humanos; y que a pesar de comandar las primeras batallas con picos, palos, trinches y piedras, armas de un ejército improvisado y pobre, no por ello deja de mostrar asombro y arrepentimiento ante lo que sus huestes iracundas y llenas de ancestral coraje son capaces de hacer contra el poder y la riqueza.

Alberto Estrella nos regala un Morelos para la historia, fuerte, valeroso y profundamente católico, temeroso de ese dios que todo lo ve, del que no quiere apartarse y por el que es capaz de recular y hasta renegar de sus actos, con tal de no escapar a su seno; no obstante su conciencia jamás se apartó del sentimiento profundo que lo llevó a empuñar las armas y arengar en favor de una nación libre, de la que modestamente se consideró su siervo.

Lumi Cavazos nos redime a una Josefa otrora marginada y sólo protagónica por sus golpes de tacón. Aquí la vemos de cuerpo entero, solidaria y entregada, visionaria, arrojada. “Tantos hombres para arrestar a una mujer” diría en el momento cumbre. Erguida y serena la vemos descender por la escalinata de su casa, presa por insurrecta, mientras los breves textos que hilan la historia nos recuerdan que mantuvo el silencio y jamás denunció a Allende, a Aldama o a Hidalgo, acción que sí realizó su medroso marido, el corregidor de Querétaro.

Qué decir de los irreconocibles generales Vicente Guerrero (Dagoberto Gama) o Guadalupe Victoria (Diego Luna). Astrosos, piojosos, barbudos y pelilargos, esos hombres de estampa límpida en textos de primaria, se antojan personajes de asombro. Cuántas desventuras generan en la inmaculada imagen de un héroe los años de acoso y huida, de enfermedades y hambre, de deambular entre senderos de selva y montaña, de vivir a salto de mata.

Estos gritos que nos regalan heroínas y héroes humanos, capaces de mostrar sus vicios privados y sus virtudes públicas, son relatos que fueron rigurosamente vigilados por historiadores reconocidos como Héctor Aguilar Camín, Javier García Diego, Enrique Flores Cano y Rafael Rojas, así como por Úrsula Camba, Alfredo Ávila y Juan Ortiz Escamilla.

Una serie digna de tener en casa, de volver a mirarla y que genera ese gusanito incómodo que nos puede llevar a saber más de nuestra historia, de las raíces de nuestra nación.

Y, ¿por qué no vivir este 15 de septiembre apasionadamente los 200 años de una nación que no acaba de ser lo que queremos, pero que tenemos, y de gritar, corazón en cuello, a todo pulmón: ¡Viva México, cabrones!

1 comentario:

  1. ¿Y qué decir de la ausencia de la mítica lápida en el pípila? ¡Por fin én Televisa se quitaron cosas inexistentes y se habló de matanzas por parte de los insurgentes! Hasta la verdadera historia es negocio. ¡Viva México televisos!

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