miércoles, 11 de agosto de 2010

Hacia la Edad Media

En este bicentenario de Independencia, en este centenario de Revolución, México sigue sorprendiendo.

Camina hacia atrás, insiste en desdibujar su marcha de país vanguardista y ponerse a la cabeza de un movimiento que lo lleve hacia la época en que las personas sin recursos, con pieles de ébano o rasgos de ídolos de piedra eran seres sin alma y sin sentimientos, factibles de hacerles esclavos o desecharles como basura, de usarles hasta morir, de despreciarles e incluso esconderles sólo porque su color o su estrato social no estaba a la altura de las expectativas de esas sociedades de morales rancias, hipócritas y podridas.

Esa es la actitud que veo y siento en las declaraciones de gobernadores que, en papeles de decimonónicos virreyes, que en una clara postura dictatorial y autócrata, desprecian los fallos de la Suprema Corte de Justicia –ya sea en el respeto y constitucionalidad de los matrimonios entre personas, aunque sean del mismo sexo, o el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo--, cuando es precisamente ese sistema el que nos conformó como nación, por el que fuimos a varias guerras, entre ellas la Cristera y el que supuestamente estamos celebrando este 2010.

En una clara posición de burla y desdén, gobernadores como Guillermo Padrés Elías, el panista de Sonora –quien ha dicho que en su estado no habrá tal validez para los matrimonios entre personas del mismo sexo, así nomás, por sus pistolas, o sea, ¿más clara la autocracia?--, y José Calzada Rovirosa, el priísta de Querétaro –que ha propuesto la designación de “espacios especiales” para parejas homosexuales y lesbianas que acudan a restaurantes, con el fin de evitar “espectáculos”-- son el mejor ejemplo de que México camina a la inversa.

Ya el jalisciense Emilio González Márquez ha puesto su granito de arena con controversias constitucionales ante la despenalización del aborto, lo mismo que el guanajuatense Juan Manuel Oliva Ramírez, cuyo gobierno mantiene la postura de que las mujeres que están encarceladas cumpliendo una condena por 30 años, no están allí por aborto, aunque éste fue espontáneo, sino por privar de la vida a un ser humano. Ambos, seguramente se sumarán entusiasmados a las voces de sus aliados ideológicos (aunque pertenezcan a distintos partidos políticos), Padrés y Calzada.

Estas acciones de profundo egoismo, de clara intolerancia e incomprensión, de reprobable desprecio e insondable desconocimiento de los derechos humanos son las que dividen familias, amistades, sociedades; son las que enconan odios y generan respuestas de violencia.

En momentos en los que México acaba de vivir una de las marchas más inusuales, la de periodistas, que está dando inicio a un nuevo proceso precisamente por la violencia que están viviendo sus miembros, sobre todo en los estados, en contra de sus vidas, su seguridad, pero sobre todo en la defensa y respeto a su trabajo, al derecho a informar y por la libertad de expresión, es realmente penoso y desanima que los titulares de los gobiernos, esos servidores públicos electos para administrar y gobernar en favor de las mayorías, se muevan unilateralmente por convicciones propias y morales personales.

Chiapas ya vivió su momento de alto índice de homicidios de homosexuales; Ciudad Juárez sigue padeciendo el resultado del odio de género con su creciente número de mujeres asesinadas; los índices de violación y asesinato no han bajado, muy por el contrario. Sabemos que el Estado de México es la entidad que más asesinadas arroja, y para muestra el premio que la CONAPRED le otorgó a Humberto Padgett León por su trabajo sobre el tema.

¿Qué sigue? ¿Camiones con compartimentos separados para personas con tatuajes o piercings? ¿Volvemos a bajar de las banquetas a quienes visten huipiles y calzones de manta? ¿Regresamos al encierro entre cuatro paredes a las personas con discapacidad?

Y, ¿por qué no volteamos hacia esos países desarrollados para saber cómo llegaron a esos niveles de avance y al mismo tiempo aprendieron a respetar los derechos humanos de sus habitantes, en lugar de enclaustrarnos en nuestros mundos internos de soberbia y fatuidad, confinando al resto a la ignorancia y el temor?

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