miércoles, 7 de julio de 2010

Para entender a México

Este fin de semana recibí “Viaje por la historia de México”, una edición producida por la Secretaría de Educación Pública, mediante la cual se ofrece una visión muy general de la historia de la nación. Por supuesto, en el marco del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. Tal como decía la carta introductoria signada por el presidente Calderón, es un esfuerzo del gobierno federal para acercar la historia a la ciudadanía. Así que supongo que mucha gente ya tendrá en sus manos el volumen, o estará por recibirlo.

Enhorabuena por el esfuerzo; lástima que tenga garrafales carencias. Tal como está presentada la obra, parece que México fue forjado por hombres, sólo hombres. Como accidentes --aunque afortunados--, las mujeres estamos únicamente representadas por dos grandes iconos: Juana Inés de la Cruz y Josefa Ortiz de Domínguez, aunque esta última es enfocada más bien a través de su relación conyugal con el corregidor de Querétaro, que por su trascendental y activa participación en el movimiento.

Del Imperio mexica al México moderno, el del cambio democrático, todo está sucintamente colocado y ordenado a partir de estampas de “personajes ilustres”. No obstante, en cada una de las etapas de construcción del país, hubo mujeres ejemplares que dieron su vida en batallas y luchas, que participaron con su inteligencia y conocimientos en la conformación de planes y programas, que invirtieron sus fortunas apostando al crecimiento y desarrollo de lo que hoy es México.

Y, sin embargo, sus esfuerzos no son reconocidos. ¿Valieron más las vidas de Aldama o Bravo que las de Manuela Medina o Gertrudis Bocanegra? Ellos y ellas pelearon con armas en la mano por la Independencia, tomaron plazas, liberaron pueblos, participaron en la elaboración de estrategias y políticas, sufrieron prisión y cayeron víctimas de las balas enemigas. Medina incluso fue reconocida como capitana por el generalísimo Morelos, en reconocimiento a su arrojo y valentía, los que mostró incluso en la toma del Fuerte de Acapulco. ¿Fue más valiosa la participación de Allende o Abasolo ante lo que entregaron y dieron Leona Vicario –Madre de la Patria, según fue oficialmente reconocida--, Petra Teruel o María Ignacia “La Güera” Rodríguez? Como los varones, ellas tampoco dudaron en aportar sus riquezas para la compra de armas, ni se amedrentaron cuando hubo que llevar pólvora o misivas escondidas entre las ropas y menos aún se arrepintieron cuando cayeron presas del enemigo y padecieron escarnios, tortura e incluso la muerte.

Y qué decir de la parte sobre la Revolución, donde ni por equivocación están Carmen Serdán o Antonieta Rivas Mercado, Elvia Carrillo Puerto o Hermila Galindo, por mencionar a algunas de las muchas mujeres de valía sin cuyos aportes el México moderno carecería de los grandes movimientos en la música y la literatura (donde los beneficiados, entre otros, fueron Vasconcelos y Revueltas), e incluso propuestas políticas de vanguardia en equidad y género, que devinieron en la legalización del voto de las mujeres en 1953, por ejemplo.

Y de la época moderna, ni mención a grandes mujeres intelectuales y políticas como Rosario Castellanos –poeta y diplomática--, Mariana Yampolski –grabadora y fotógrafa--, Frida Khalo –pintora y militante política--, Adelina Zendejas –periodista y militante política--, Amalia Castillo León y Margarita García Flores –promotoras del voto para las mujeres y militantes políticas--, Elena Garro –escritora--, Julieta Fierro –investigadora y astrónoma--, Sabina Berman –dramaturga y activista por los derechos humanos--, Marcela Fernández Violante –cineasta y activista de la cultura-- o Griselda Álvarez –primera mujer gobernadora en el México del siglo XX.

Todas ellas son tan valiosas como Carlos Fuentes, Octavio Paz y Carlos Monsiváis. O ¿es que su obra y sus aportes a la vida nacional son menores que las de estos insignes iconos masculinos?
El esfuerzo de “Viaje por la historia de México” habría valido mucho más la pena si no se hubiese incurrido en la sempiterna falta de invisibilizar a las mujeres, de soslayar sus contribuciones a la vida de una nación, de mantenerlas en los sótanos de la historia.

Y, ¿por qué no dijo –o hizo-- nada el Inmujeres, que en sus manos tiene el encargo de mirar la transversalidad de la visión de género en las políticas públicas y obras del gobierno federal?

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